La emoción es el motor que nos hace querer estar vivos en interacción constante con el mundo y con nosotros mismos. Existen seis expresiones emocionales universales independientemente del entorno cultural en el que el niño se desarrolle: la alegría, la sorpresa, el miedo, la ira, la tristeza y el asco.
Las emociones influyen en los niños desde antes de su nacimiento, ya en el útero materno. El niño desde la más tierna infancia está preparado para aprender a reconocer y nombrar sus sentimientos. La clave para aprender a tomar conciencia de las emociones es la comunicación, que el niño pase tiempo con sus figuras de apego, que se sienta escuchado y valorado, en un ambiente donde la comunicación de sentimientos esté presente por parte de todos.
El aprendizaje emocional llega al niño a través de los diferentes entornos en los que convive, por diferentes canales:
- En el entorno familiar. La expresión de las respuestas emocionales de los padres o cuidadores, actúan como modelos de imitación para el niño.
- En el entorno educativo. El profesorado tiene un papel importante en la forma en que se relaciona con los niños y en el manejo que hace de las situaciones.
- En las relaciones con iguales. El niño se fija y aprende cómo reaccionan otros niños de su misma edad, en diferentes situaciones.
- En situaciones de juego. El juego simbólico contribuye al desarrollo de la conciencia emocional propia y de otros. En este espacio, el niño puede expresar sus sentimientos, necesidades e inquietudes, dando sentido al mundo que le rodea.
A continuación, detallo cómo poner en práctica algunas actividades basadas en el juego, para fomentar la educación emocional de los niños:
- Cada expresión con su emoción (piruletas emocionales). Esta actividad va dirigida al niño en edad preescolar, para que aprenda a identificar la expresión que se asocia a cada tipo de emoción. Construye las llamadas piruletas emocionales (dibuja caras en cartulina, unidas a un palo) que representen las emociones básicas (alegría, enfado, tristeza, miedo, sorpresa y asco), y deja que el niño juegue con ellas. A continuación, guíale respetuosamente en el juego, haciéndole preguntas, “¿Qué expresa esta piruleta?”, “¿qué te hace sentir esta emoción?” (repite tú mismo la expresión de esa emoción), “¿dónde la sentimos?”.
- Juegos y dibujos:
- El termómetro de las emociones, permite al niño expresar su estado de ánimo (escala de 1 a 10) sin poner palabras. Al hilo del juego, puedes pedirle que dibuje qué le hace sentir de esa manera determinada, y comentar juntos acerca de su emoción (qué puede hacer para cambiar un sentimiento que no le hace sentir bien o cómo mantener otro que le haga sentir contento).
- Sopa de letras de las emociones, es una manera divertida de hablar sobre emociones. Pide al niño que busque las palabras relacionadas con las emociones y conforme las vaya encontrando, pregúntale cuando fue la última vez que se sintió de esa forma y por qué.
- Teatro guiñol. La dramatización como toma de conciencia de las emociones propias y de los demás. Las marionetas, favorecen la expresión y comunicación del niño, al representar diferentes personajes y situaciones.
- Muecas o gestos frente al espejo. Es una actividad muy útil para que el niño se familiarice con la imitación, expresión y reconocimiento de emociones. Será necesario un espejo. Nos colocaremos con el niño frente al espejo y haremos gestos y muecas juntos. Al observar la reacción del niño, sabremos qué gestos de emoción prefiere (alegría, tristeza, enfado, sorpresa, miedo, rabia), y podremos explicarle qué significa cada gesto y en qué situaciones aparece.
Para Goleman, la inteligencia emocional significa, conocer las propias emociones, manejarlas, motivarse a sí mismo, reconocer las emociones de los demás y ser capaces de establecer relaciones positivas con otras personas. La infancia es el mejor momento para iniciarles en el mundo de las emociones, ya que aprenderán de forma natural y sin esfuerzo, lo que más adelante se convertirá en el adecuado manejo y gestión de las emociones.
